¿Quién nunca se ha sentido a disgusto con su aspecto físico? ¿Quién nunca ha querido disimular algún defecto? ¿Quién no ha ido a comprarse alguna prenda de ropa nueva porque con ninguna se veía bien? ¿Quién ha intentado hacer alguna dieta milagro express, de cara a esos días de vacaciones en los que queremos estar estupendos?

Si ahora mismo entramos en el cuarto de baño, seguro que la mayoría encontrará cremas hidratantes, tonificantes, anti-edad, shampoo reparador, efecto volumen y brillo, maquillajes… Infinidad de productos destinados a corregir imperfecciones de nuestro rostro y nuestro cuerpo.

El pasado 6 de Mayo, tuvimos el placer de asistir a la conferencia impartida por el prestigioso psicólogo Theo Bouman sobre el Trastorno Dismórfico Corporal.

Podemos definir este trastorno como preocupación excesiva por el aspecto o por alguna parte/rasgo concreto del propio cuerpo, un problema en la experimentación externa que uno tiene del propio cuerpo.

Aquellos que sufren Tastorno Dismórfico Corporal digamos que son persona cuya mente odia su cuerpo. Es habitual que su atención se centre en algún rasgo concreto del rostro (nariz, dientes, labios, etc) aunque puede ser cualquier otra parte del mismo (pechos, músculos, muslos, caderas)

Para entender mejor este trastorno es necesario definir tres conceptos claves:

  • La Imagen corporal: es la manera en que experimentamos nuestro propio cuerpo, la imagen de nuestro propio que tenemos en nuestra mente, la cual no tiene por qué coincidir necesariamente con la imagen real.
  • Auto-conciencia pública: hace referencia al estado de ser consciente de que los demás nos ven, nos miran y nos sienten.
  • La Insatisfacción Corporal: elemento evaluativo de la imagen corporal prevalente y persistente.

Percibir, interpretar y evaluar nuestra apariencia/aspecto no lleva a un pensamiento “soy feo”, “mi nariz es horrorosa”. Este pensamiento da lugar a la aparición de sensaciones desagradable de angustia las cuales hacen que aumente nuestra atención selectiva respecto a ese rasgo/aspecto que odiamos.

Para poner fin a esa desagradable angustia e insatisfacción, la persona pone en marcha acciones que tienen por objetivo corregir, disimular o incluso cambiar esa parte del cuerpo (uso de maquillaje, prendas de ropa específicas, dietas restrictivas, intervenciones quirúrgicas). Pero lo que estas personas no sabes, es que el problema no se soluciona cambiando su apariencia. Por muchos cambios que realicen en su aspecto nunca llegarán a estar satisfechos, pues el problema esta en su Imagen Corporal, en la imagen mental que tienen de su propio cuerpo. Cambiar su apariencia no tiene por que cambiar su imagen corporal, de hecho, todos cambiamos a los largo del tiempo y aun así en estos casos el problema se mantiene (especialmente durante la adolescencia, edad de inicio de este trastorno).

Los medios de comunicación y la industria cosmética tratan de vendernos un ideal de belleza basado en la perfección del rostro y la figura con el objetivo de generar en nosotros dicha insatisfacción constante y recurrir así al consumo de sus productos, sus modas, etc. ¿Os imagináis un rostro sin arrugas, sin expresión? ¡No es humano!

El constante bombardeo de imágenes sobre qué es bello, bonito o perfecto hace que inconscientemente nos comparemos y busquemos las semejanzas y diferencias, dando lugar a la auto-evaluación y sus consecuentes conclusiones, en estos casos negativas, sobre uno mismo. La idea es que cuando estamos expuestos a imágenes, éstas nos influyen en la manera de sentir y de actuar, ya que entra en juego el factor de la comparación social con los semejantes, comparaciones de las cuales sacamos conclusiones sobre nosotros mismos como “no soy ni la mitad de guapo que…”, “debería tener la apariencia de…”

El problema aparece cuando la insatisfacción corporal es tal, que llega al punto en que condiciona nuestra vida y afecta enormemente nuestra autoestima. Si hablamos de personas cuya imagen es parte fundamental de su valía como persona, esta influencia de los medios y la industria combinada con la comparación social, da lugar a que dicha insatisfacción sea constante, muy relevante e incluso obsesiva.

En el Trastorno Dismórfico Corporal se entra en conflicto con uno mismo, se trata de un problema de cantidad y el objetivo en este tipo de casos será disminuir la enorme cantidad de importancia atribuida al cuerpo y a la imagen corporal, aceptar los defectos propios, dejar de despreciar y sentir asco por uno mismo.

Si respondemos a la pregunta inicial del artículo, todos levantaríamos la mano, pues es normal ver los propios defectos y que algo de nosotros mismos no nos guste. Pero que esos defecto no nos hagan dudar de nosotros mismos, somos mucho más que una simple imagen o que un simple cuerpo.

 

Fdo.:Cristina Sarabia Pérez

 

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