Cuando una persona enferma, no solo hay que tener en cuenta a dicha persona. Hay múltiples factores que pueden afectar a su bienestar, entre ellos del que hablaremos hoy: su familia. Su entorno, su grupo de apoyo, es muy importante. Ellos pueden hacer que la persona en cuestión tenga muchas más fuerzas para luchar contra la enfermedad, pero también pueden influir en que se canse y quiera tirar la toalla.

Es mucha la responsabilidad del familiar de una persona enferma y esto, obviamente, también desgasta y supone una presión. Normalmente, es uno de ellos el que más responsabilidad adquiere sobre los cuidados de la persona enferma pasando a ser el cuidador principal. Y es que tener a una persona querida con una enfermedad es un proceso muy estresante dentro del núcleo familiar, especialmente cuando se trata de una enfermedad crónica o de largo recorrido.

¿Qué se puede hacer para ayudar como la persona enferma necesita? ¿qué se puede hacer para no “quemarse”? ¿y para que el resto de familia se implique? ¿cómo puedes protegerte tú para no acabar enfermando?

Pues bien, en primer lugar, ayudemos como la persona necesita. Es decir, en muchas ocasiones, ayudamos “como nos sale” o en función de “cómo nos gustaría que nos ayudaran a nosotros si pasáramos por una situación similar”. Esto, aunque lo hagamos con la mejor de nuestras intenciones, no significa que se ajuste a lo que la persona enferma necesita en ese momento o cómo lo necesita. Puesto que no somos nuestro familiar que tiene la enfermedad, y no sabemos cómo se encuentra ni lo que experimenta en ese momento, no podemos saber qué necesita. Para ello un truco muy sencillo: pregunta. Es tan fácil como habituarse a que haya comunicación sobre el tema. De este modo, ni sobreproteges a la persona como si de un niño se tratase, ni te cargas tú con trabajo de más. Evitamos disgustos y enfados sobre el cuidado y sobre que la persona se sienta lo más autónoma posible. Así favorecemos que se implique en su recuperación, y no sólo que “se deje hacer”.

En segundo lugar, tratar de que no haya un cuidador principal, es decir, repartiros las tareas sobre el cuidado. Si sois varios familiares, hacer turnos. Es importante que, si tenéis que hablar con médicos, lo hagáis varias personas juntas o que, si no se puede, en cuanto obtengas la información, la compartas con ellos. Implica al resto de familiares en la toma de decisiones, reparte el peso de la responsabilidad. De este modo, también te quedará algo de tiempo libre para hacer cosas que te gustan y te relajan. Resulta muy importante que tengas tiempo para ti, para despejarte y tener algún momento de ocio. Recuerda que es necesario que te cuides tú para poder cuidar.

Si no cuentas con estrategias suficientes, si tu familiar es muy demandante, si no tienes más personas con las que repartir el trabajo… y notas que estás empezando a desbordarte, siempre puedes pedir ayuda externa que te dé herramientas para sobrellevar la situación y, al fin y al cabo, seguir disfrutando de tu vida. Si esta es tu situación, PONTE EN CONTACTO CON NOSOTROS.

Fdo.:Cristina Pérez Belmonte

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