¿Qué es un ictus?

Un ictus es una enfermedad cerebrovascular que se presenta de forma aguda y repentina. Esto significa que una parte del cerebro a la que llega sangre por una arteria, deja de recibir oxígeno y nutrientes necesarios para el funcionamiento produciéndose una lesión. Este daño afectará a las funciones de las que se encargue la zona concreta del cerebro (Fernández, 2011).

Lo cierto es que es una afectación muy frecuente afectando a 15 millones de personas al año, de las cuales un tercio fallece, uno queda con discapacidad y el restante no tiene secuelas.

 

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

Aunque depende de muchos factores (zona dañada, profundidad de la lesión, tamaño, tipo,…), vamos a subdividir la sintomatología en función de si el daño se encuentra en la parte izquierda o derecha del cerebro.

Cuando la lesión es del hemisferio izquierdo resulta más frecuente: deterioro del lenguaje, déficit de atención, problemas con el cálculo, dificultad con la memoria verbal, deterioro de las funciones sensoriales y motoras del lado derecho del cuerpo, así como cambios emocionales.

Cuando la lesión se encuentra en el hemisferio derecho, la sintomatología más frecuente es: deficiencia en la percepción del espacio, deterioro de la memoria visual, dificultad para reconocer objetos o caras, desinhibición sexual, cambios emocionales, llanto reflejo, y déficit de las funciones sensoriales y motoras izquierdas.

 

¿Cómo se maneja a nivel psicológico todos estos cambios?

A nivel psicológico, pueden surgir como consecuencia: ansiedad, frustración, depresión, cambios emocionales, desinhibición, inhibición, agresividad problemas de autoestima, autoimagen y sexualidad, y exageración de la personalidad anterior al daño.

Por otra parte, cabe destacar el papel de las familias durante este proceso. Tener un familiar cercano tras un ictus, muchas veces no es tarea fácil. Puede ocurrir que, tras este golpe de salud, se centren en dar los mejores cuidados a su ser querido (ayudar con la silla de ruedas, a vestirse, a comer, a asearse, a ir al baño…) olvidándose de reservar un hueco para conectar con otras facetas de su vida y desconectar de lo que conocemos como ser el cuidador principal.

Y es que, es tan importante el servicio que le están prestando a su familiar como el descansar para que esta ayuda pueda ser de utilidad sin sobrecargarse.

Finalmente destacar que, tanto si eres afectado directo de ictus, como si eres familiar, hay recursos que pueden hacer que todo vuestro núcleo tenga mejor calidad de vida y salud mental. Infórmate, ¡Podemos ayudarte!

 

Fdo.: Cristina Pérez Belmonte

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