Los niños y niñas comienzan a partir de las 3 años a hacer preguntas sobre el entorno que les rodea y su día a día. Sus primeras peticiones van dirigidas a los padres o abuelos, quienes controlan su entorno, en forma de pregunta con el objetivo de resolver sus curiosidades naturales o confirmar sus posibles teorías e hipótesis.
Las conversaciones con el niño deben comenzar lo antes posible. Sus preguntas inicialmente son sencillas y naturales y resultan una importante herramienta para su desarrollo, por ello, deben responderse acorde a su edad y nivel de comprensión y con una sensibilidad especial para el significado auténtico que hay detrás de ellas. El modo en cómo se contestan estas preguntas, influirá más tarde en las que el niño/a pueda hacer.
Responder las preguntas de tu hijo, responder a sus “por qué”, es también un forma con la que los padres pueden estimular el desarrollo del lenguaje y la curiosidad de sus hijos es contestar todas las preguntas de su hijo. Los niños entre dos y tres años hacen preguntas de todas las cosas que ven, escuchan…por tanto, si los padres siempre están abiertos a hablar con ellos, sus preguntas y curiosidades se harán más maduras a medida que crezcan.
A continuación, te vamos a proporcionar una serie de sugerencias de cómo contestar a las preguntas de los niños/as de una manera práctica y de cómo los padres pueden afrontar los “porqués “de la manera más fácil y sencilla posible.

  • Utilizar el lenguaje para estimular su curiosidad: antes de que el niño empiece a hacer preguntas, los padres deben entender que el niño pide información del mundo que le rodea. Debemos utilizar un lenguaje normal, no infantil, señalando siempre los objetos de los que se está hablando.
  • Contestar el contenido de las preguntas: escuchar detenidamente la pregunta e intente contestar lo que realmente pide el niño.
  • Evita las contradicciones: es importante tener claro qué y cómo va a responder para evitar proporcionarle al niño información contradictoria.
  • Horario para porqués: cuando los porqués se repiten demasiado, se ha de establecer un horario de porqués. Se puede decir: “durante los próximos cinco minutos puedes preguntarme lo que quieras”.
  • Evitar que el “porque” se convierta en un desafío: los niños más mayores utilizan a menudo el “porqué” como respuesta a las órdenes que no quieren cumplir. Para afrontar esto se deben dar órdenes muy claras y cortas.
  • Puede utilizar dos técnicas que habitualmente suelen ser efectivas. La primera de ellas es la técnica del disco rayado; consiste en repetir la respuesta a la pregunta reiterada siempre con las mismas palabras, tantas veces como sea necesario. La segunda es la ignorancia sistemática; esta última consiste en ignorar dicha pregunta.
  • También resulta útil la técnica de relajación de seis segundos.

En función de la petición que se está cuestionando, estas técnicas habitualmente funcionarán. No obstante, si no es así, puede existir un problema de obediencia que requiera la ayuda de un especialista.

 

Fdo.: Laura Llinares Espí.

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