Los niños también realizan un proceso de duelo ante una pérdida. Así es, aunque parezcan ajenos al mundo adulto, a las circunstancias externas, los niños son conscientes de cuando alguien de su entorno falta.

Está claro que su madurez mental puede no hacerle comprender muchas de las cosas que pasan a su alrededor, pero eso no quiere decir que no puedan entender las cosas a su manera y cuando algo falla, por ejemplo, el padre que ha visto día a día y de repente desaparece de su mundo, lo nota y surgirán las preguntas del tipo: ¿Dónde está papá? ¿Cuándo va a volver? ¿Por qué no viene? ¿Es que ya no me quiere?

Deja que te explique cómo suelen afrontar el proceso de duelo los niños:

Es similar al de los adultos, sobre todo cuando tienen una madurez que le permite conocer la irreversibilidad de la muerte.  Lo que hay que tener en cuenta es que los niños, son dependientes de los adultos y durante todo el proceso necesitarán una figura de apoyo, que les facilite ese proceso.

El proceso de duelo del niño puede tener las siguientes fases:

  1. Fase de protesta: Echa de menos a la persona que ya no está. Suplica que vuelva, llora, se enfada…
  2. Fase de desesperanza: El niño empieza a perder la esperanza de que la persona vuelva. Tendrá comportamientos apáticos, es decir, se comportará como si no tuviera motivación ni interés, el enfado pasa a ser tristeza.
  3. Fase de ruptura del vínculo: Renuncia al apego emocional que le proporcionaba la persona perdida y vuelve a surgir su interés por el mundo que le rodea.

Como ya comenté en la primera publicación el proceso de duelo es doloroso, pero es algo por lo que se debe pasar, ya seas adulto o niño. Intentar que los niños no sufran la pérdida por el hecho de ser niños es un error común, por la necesidad que tenemos de protegerlos. Sin embargo, ellos también necesitan acostumbrarse a vivir sin esa persona y eso requiere su tiempo.

Ya que los niños son personas dependientes, ante la muerte de un adulto, suelen buscar un sustituto para poder cubrir sus necesidades de protección y afecto. Por ejemplo, ante la muerte de uno de los padres, el niño buscará un “sustituto” en alguien cercano que le pueda proporcionar esa protección y afecto. Esta persona “sustituta” puede ser uno de los padres supervivientes, otro familiar cercano u otra persona (vecino, amigo de la familia).

En ocasiones, el niño no encuentra esa figura sustituta lo que puede ocasionar sentimientos de desapego, desánimo, sentirse desilusionado y abandonado. Por lo tanto, que busquen un “sustituto” es parte del proceso normal y no quiere decir que el niño deje de sentir estima por la persona fallecida.

Otro comportamiento que puede darse, es que dedique tiempo a buscar, hablar, jugar o sentir a la persona fallecida. Habrá ocasiones en las que oigamos decir al niño que por las noches le visita esa persona mientras duerme. Siempre que el niño se tome esas “visitas” como positivas , es mejor dejarle que las siga experimentando y poco a poco, en un proceso normal, irán desapareciendo.  Aunque es importante seguir explicándole al niño que esa persona no podrá volver.

Todos estos comportamientos son necesarios para que el niño tome conciencia del concepto de muerte y las consecuencias que tiene.

Por último, decirte que no existe una pauta clara y definida de cómo actuar con niños ante el proceso de duelo, pero si puedo darte algunos consejos para facilitar el proceso:

Dales información clara

Los niños necesitan saber qué pasa, es mejor ser sinceros y adaptar la noticia a su edad y lenguaje, pero sin ocultar la información importante. Los detalles de cómo ha pasado no son siempre necesarios, sobre todo, si la muerte ha sido aparatosa, dolorosa o muy larga para el fallecido.

Ten en cuenta su opinión

Son pequeños, pero son personas y su opinión cuenta. Toma interés por sus sentimientos y qué piensas de lo que ha pasado, cómo lo están viviendo… Pregúntales si quieren participar en la ceremonia de despedida, y respeta su decisión tanto si dicen que no como si dicen que sí. Puedes explicarles en qué consiste y qué significa la ceremonia, para hacerles más fácil la decisión.

Déjales desahogarse

Llorarán, chillarán, se enfadarán, darán pataletas… Déjales que se expresen, que se desahoguen como les apetezca, siempre teniendo en cuenta que lo hagan sin que su vida corra peligro.

Contesta sus preguntas

Van a tener muchas dudas y la labor que tenemos los adultos es contestarles de forma que nos entiendan. Siempre siendo honestos, sin darles falsas esperanzas. Es duro decirle a un niño que su mamá a muerto y no va a volver, pero es aún más duro tener que repetirle todos los días que está en un viaje muy muy largo.

Recuerda que los niños son como “esponjas”, absorben mucha información, imitan y se comportan conforme a lo que ven y les enseñas. Nosotros los adultos tenemos la obligación de educarles para saber afrontar la vida. Y la muerte, es la última parte de la vida, una parte muy importante.

 

Fdo.: Víctor Márquez Exojo.

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