Normalmente cuando escuchamos la palabra trastorno, nos asustamos, se asocia a algo grave, a algo que tiene difícil solución… y si encima hablamos de trastornos infantiles, parece que los niños que los puedan padecer cuentan con una etiqueta de por vida, o incluso no poder hacer una vida normal. ¿Qué hay de cierto en todo esto?
Cuando nos referimos a trastornos o problemas de conducta, hablamos de comportamientos que afectan negativamente al día a día de los niños causando dificultades en relación con ellos mismos, su entorno y su desarrollo.
Es importante que conozcamos cuáles son los trastornos infantiles más frecuentes: miedos y fobias, dificultades en el control de esfínteres, ansiedad por separación, rabietas, trastorno negativista, desobediencia, problemas en el desarrollo y el lenguaje y dificultades para interaccionar con los demás, entre otros.
¿El niño se pasa a la cama de los padres por la noche? ¿Dice malas palabras? ¿Cuándo debe controlar los esfínteres? ¿Es normal que un niño de 3 años sólo quiera jugar consigo mismo? ¿Tiene pataletas con frecuencia? ¿Sufre cuando se separa de los padres? En los niños entre 0 y 5 años tienen mayor incidencia los trastornos de conducta, miedos, comunicación, control de impulsos, trastornos del control de esfínteres, trastornos generalizados del desarrollo y trastornos del habla y del lenguaje.
¿El niño no presta atención en clase? ¿Parece que no escucha? ¿No se fija en los detalles y se despista con cualquier cosa? ¿Pierde objetos con demasiada facilidad? ¿Hace las cosas sin pensar, se precipita? Entre los 6 y 11 años también aparecen con más frecuencia los trastornos de conducta, seguidos del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o trastornos del aprendizaje.
Llegados los 12 años es más común encontrar trastornos de conducta combinados con trastornos de ansiedad; ya sea por la mayor exigencia o nivel académico, los diversos cambios físicos, psicológicos y hormonales de la pubertad o por las relaciones sociales de intimidad y compromiso con iguales.
Respondiendo a la pregunta ¿cuándo una conducta o algunos comportamientos del niño son normales y cuándo un trastorno?, tenemos que tener en cuenta que cuando una conducta o aspecto de su desarrollo está afectando a la vida diaria del niño y tiene implicaciones en sus diferentes ambientes (afecta al cole, a la relación con otros niños, con su familia…), podemos hablar de una dificultad importante que podrían llegar a ser un trastorno.
¿Qué podemos hacer en estos casos?
Es necesario acudir a un profesional de la materia que atienda al niño y a la familia, sobre todo en aquellos casos en los que el comportamiento del niño comienza a afectar a su vida diaria.
Es muy importante prestar atención a las señales que nos ofrecen los comportamientos de los niños para analizar y detectar el origen y la causa de los mismos y poner en marcha un buen plan de técnicas de modificación de conducta.
En estos casos es fundamental el papel de la familia en el proceso de mejora. Además de la intervención con el niño, será necesario establecer pautas en casa y en el resto de ambientes y entornos del menor, que fortalezcan la intervención realizada por el profesional, mejorando las expectativas y resultados.
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Fdo.: Laura Llinares Espí.