Es para muchos muy habitual usar la expresión “estoy deprimido” con frecuencia. Cuando tenemos un mal día o cuando estamos cansados nuestro estado de ánimo no está en su nivel habitual y lo primero que pasa por nuestra mente es depresión, pero se trata de mucho más que eso.
La depresión es un trastorno emocional que, además de ser el más común y paradójicamente el menos diagnosticado y tratado, es uno de los trastornos que más daño hace a la persona que lo sufre y a quienes conviven con ella.
En sus numerosas variaciones, invade y altera todas las áreas de la vida de la persona que la padece e implica cambios importantes en la forma de pensar, sentir y actuar.
Según estas tres áreas de cambios clasificamos y evaluamos los distintos Síntomas de la Depresión:
- ¿Qué sentimos? Nuestras emociones y sentimientos cambian sensiblemente. Nos inunda unas ganas casi incontrolables de llorar, notamos tristeza, apatía, desánimo, ansiedad e irritabilidad.
A nivel físico y corporal la persona nota cansancio continuo y excesivo, opresión en el pecho, tensión muscular, pierde el apetito, tiene problemas para conciliar el sueño y es muy corriente notar una importante disminución del deseo sexual.
- ¿Qué pensamos? la persona tiende a verlo todo negro, le invade el pesimismo y la negatividad. Solemos pensar mal de nosotros mismos y de la gente que nos rodea, nos culpamos por cosas que hicimos y nuestra autoestima se reduce notablemente. El mundo pasa a parecer un lugar hostil, injusto y absurdo, no entendemos la vida ni el cómo ni por qué de las cosas. El futuro se percibe como un callejón sin salida.
- ¿Cómo actuamos? tendemos a ir reduciendo nuestra actividad, nos volvemos más pasivos, dejamos de salir, de ver gente, de hacer cosas que nos gustan e incluso, en casos más severos, dejamos de ir a trabajar, todo acompañado de quejas continuas acerca de todo y de todos.
Pero no nos alarmemos, que en algún periodo corto vivamos cambios de este tipo no significa padecer una depresión. Por ejemplo que un estudiante experimente durante unos días tristeza, desanimo, culpabilidad, etc, tras suspender un examen, no sería motivo para alarmarse. Para considerar que una persona está deprimida tiene que sufrir varios de estos cambios o síntomas mantenidos durante un periodo de tiempo razonable.
Pero ¿Por qué nos deprimimos?
Siempre se ha pensado que la depresión era cosa de desajustes bioquímicos en el cerebro, sin embargo, estudios actuales dan otras explicaciones.
Para que una persona se deprima es necesario que en el ambiente en que vive sucedan cambios apreciados como desagradables: enfermedades propias o de personas queridas, conflictos con amistades, familiares o de pareja, problemas económicos o perdidas de trabajo.
Cuando la persona percibe esta pérdida, iniciaría un periodo normal de tristeza y estado de ánimo bajo pero, si no sabe o no tiene las habilidades para hacer frente dicha pérdida, empezarían a surgir los síntomas nombrados anteriormente, involucrando modificaciones en el funcionamiento bioquímico del Sistema Nervioso Central encargado de la regulación del estado emocional.
Desde esta perspectiva, concluimos que estos cambios bioquímicos no son la causa, sino, parte del proceso y resultado de la depresión.
Profundizando un poco más, una vez comprendida la visión anterior, podríamos enumerar 4 tipos de pérdida como causa y origen de la depresión:
- Cambios en la vida que afectan negativamente. El impacto dependerá de qué se ha perdido y del valor subjetivo que se conceda a esa pérdida, por ejemplo perder un ser querido.
- Ruptura de cadenas conductuales. Cambios en el ambiente que a primera vista no parecen causar pérdidas significativas, pero que a la hora de continuar con nuestra rutina puede apreciarse en pequeños detalles, como por ejemplo al cambiar de domicilio o puesto de trabajo.
- Aumento de la cantidad de aversión. Se produce un aumento considerable de acontecimientos negativos, que van empañando el valor de lo positivo, por ejemplo un aumento de carga de trabajo.
- Pérdida de reforzadores simbólicos. Vivir determinadas circunstancias en el día a día que llevan a la persona a perder la fe en sus valores, su filosofía o sus creencias.
Resumidamente, la persona tiene que vivir algún tipo de pérdida subjetivamente significativa. Pero si nos paramos a pensar, todos en algún momento de nuestra vida vivimos alguna de estas pérdidas, entonces ¿Por qué unos se deprimen y otros no?
Como podéis ver hablamos de un trastorno con múltiples factores y variables influyentes y es ahí donde radica la importancia de solicitar ayuda profesional para detectar lo antes posible este tipo de problemas. Es entonces cuando se podrá dotar a la persona de habilidades para afrontar y superar con éxito o, más importante aún, prevenir futuras apariciones y recaídas, tema del que hablaremos en el siguiente post.
Fdo.: Cristina Sarabia Pérez.