Muchos habréis leído u oído hablar de las personas termo-sensibles o incluso, algunos conoceréis a alguien cercano que, según experimenta distintas sensaciones a nivel físico, hace comentarios tipo “Mañana cambiará el tiempo” o “Mañana va a llover”. También si alguno de vosotros tiene alguna cicatriz o  algún hueso roto del pasado, quizás os sean familiares estas molestias con los cambios de clima. Pues podemos decir que, del mismo modo, ocurre a nivel emocional.

Sabemos que nuestro estado de ánimo es resultado de una combinación de factores internos propios de la persona y factores externos del entorno en el que vivimos. Y dentro de estos factores externos, encontramos los cambios estacionales y climáticos. Aunque influyen de forma ligera y a 1 de cada 100 personas

Conforme el año avanza y pasan cada una de sus estaciones, se producen variaciones que alteran nuestros ritmos biológicos y nuestro sistema de regulación hormonal: cambios horarios, de temperatura, de horas de luz y nivel precipitaciones. En estos casos las personas sensibles a estas variaciones (1 de cada 100 personas) pueden sufrir migrañas, problemas reumáticos, alteración en los ciclos de sueño y vigilia, aumento de los niveles de ansiedad y bajadas del estado de ánimo.

Empezando por otoño, estación en la que nos encontramos, la bajada de temperaturas, el aumento de precipitaciones y la disminución de horas de sol propicia la bajada del estado de ánimo y con el cambio de hora que se aproxima una desregulación en las comidas y ritmos del sueño. En estas épocas se produce un aumento de ataques de pánico y principio de cuadros depresivos.

En invierno, la bajada de temperatura y la disminución de horas de luz son más acentuadas. Esto hace que disminuya nuestro nivel de actividad y abandonemos algunas de las actividades agradables que realizamos durante el resto del año, motivo por el que es más frecuente sufrir bajadas de ánimo considerables que mantenidas en el tiempo derivan en trastornos depresivos.

En primavera, todo empieza a cambiar, poco a poco aumentan las horas de luz y comienzan a subir las temperaturas aunque, las precipitaciones siguen presentes. Es también tiempo de alergias y reacciones en la piel. Durante esta estación es frecuente experimentar momentos de euforia seguidos que momentos depresivos, y a nivel general la población experimenta la famosa astenia primaveral: cansancio, fatiga, somnolencia, irritabilidad, falta de apetito y deseo sexual y malestar general. Es también en esta etapa donde vivimos un nuevo cambio horario.

En verano, los golpes de calor y el exceso de horas de exposición al sol hacen que estemos más irritables, cansados, fatigados y que nuestros niveles de tensión bajen considerablemente.

 

¿Qué podemos hacer para que estos cambios estacionales y climáticos no alteren nuestro estado de ánimo?

Es aconsejable durante estas fechas:

  •                Realizar ejercicio suave.
  •                Prestar una especial atención en los hábitos de alimentación y mantener una buena hidratación.
  •                Seguir buenos hábitos de sueño, evitando siestas de más de 20 minutos.
  •                Previamente a los cambios de hora, una semana antes ir modificando 10-15 minutos nuestros horarios de comida y sueño.
  •                En épocas de pocas horas de luz, tratar de exponerse al sol 10 minutos cada día.

 

Es normal que, durante los cambios estacionales o climatológicos nos sintamos alicaído y desorientados varios días e incluso alguna semana, como todo cambio requiere un tiempo de adaptación. El problema aparece cuando estos síntomas se mantienen durante un periodo de tiempo razonable, siendo el momento oportuno en el que recurrir a la ayuda profesional y prevenir males mayores. Si la entrada del otoño y el cambio horario afecta significativamente a tu día a día, no lo dudes, consulta a un profesional.

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