Seguro que muchos habréis oído hablar sobre mindfulness o también conocido como conciencia plena. De forma muy breve y sencilla, ya que en culturas asiáticas y orientales va único a contenidos espirituales, podríamos decir que se trata de una actualización de técnicas como la meditación y los métodos de autocontrol.
Meditar consiste en elegir un punto de atención o un pensamiento y concentrarse en él. Es una habilidad que requiere su tiempo de entrenamiento y aprendizaje, pero una vez adquirida puede ser utilizada en muchos aspectos y momentos de la vida real.
Existen métodos específicos para entrenar y adquirir esta habilidad, pero una manera sencilla con la que comenzar sería practicar en dirigir la atención de forma voluntaria, empezando por actividades cortas y fáciles y progresivamente pasar a actividades más largas y complejas. Un buen ejemplo con el que comenzar seria darse una ducha, es algo sencillo que hacemos todos los días y que apenas nos ocupa unos minutos. Cuando realices esta actividad céntrate en las sensaciones exactas que experimentas a través de los sentidos: el sonido del agua, el olor del gel, la temperatura del agua, las gotas deslizando por la piel, etc. Cada vez que aparezcan pensamientos que te distraigan retoma el foco de atención, ten paciencia ¿Te acuerdas cuando te ponías a estudiar, cómo la mente se iba y te distraías con cualquier cosa hasta que cogías el ritmo? Pues esto es algo similar.
Se trata de una técnica joven y novedosa que desde la psicología se está empezando a utilizar en la intervención de problemas emocionales como la ansiedad, el estrés o la depresión. Pero con este post queremos ir más allá y ofrecer el mindfulness como una actitud o filosofía de vida.
El ritmo de vida que hoy llevamos hace que, de forma involuntaria, estropeemos momentos agradables y placenteros, pasemos desapercibidos momentos de disfrute o que intensifiquemos vivencias que ya de por sí son desagradables (por ejemplo, cuando estamos viendo una película en el cine y pensamos en las cosas pendientes que hemos dejado para mañana, o cuando algo se complica nos atascamos en “Por qué a mí”.) haciendo que nuestra mente no esté centrada en el presente, sino, dando tumbos de un lado a otro.
¿Cómo lo conseguimos?
Es una habilidad que requiere entrenamiento, pero una forma sencilla de empezar es la siguiente.
- Dirige voluntariamente tu concentración a actividades cortas y sencillas por ejemplo ducharse.
- Mientras realices esta actividad céntrate en las sensaciones que experimentar a través de tus cinco sentidos.
- Practica siempre que puedas.
- Poco a poco, conforme adquieras la habilidad céntrate en actividades más complejas.
Con la actitud mindfulness queremos defender vivir AQUÍ y AHORA, vivir cada momento en su justa medida. Se trata de conectar con la situación, sea agradable o desagradable. Disfruta de las carcajadas y caricias de los tuyos o siente la decepción y el enfado ante una traición en su justa medida, sin adornos o enturbiados por valoraciones negativas.
Fdo.: Cristina Sarabia Pérez