Quien más quien menos se deja caer por las tiendas y los grandes almacenes para dar rienda suelta a su condición de consumidor, y sobretodo estos días en que los carteles de rebajas nos atrapan. La ocasión es perfecta para regalar y regalarse cualquier cosa, y son muchos los que pierden el control de sus gastos. Para la mayoría de la gente, se trata sólo de unos días de exceso, pero algunos siguen comprando sin control durante todo el año y ahí es cuando debemos de observar si se trata o no de un problema que va más allá de mi cartilla de crédito.

Los consumidores desbocados o compradores compulsivos son capaces de dilapidar más de lo que tienen y poner en peligro su trabajo y familia para satisfacer su ansia de comprar sin parar. Ahí es cuando hablamos de un verdadero problema personal.

¿Porqué hablamos de adicción?

Una conducta sólo se considera adicción cuando el individuo presenta estos tres rasgos:

  • Tolerancia (necesidad de consumir cada vez más para lograr la misma emoción)
  • Síndrome de abstinencia (cuando no se puede satisfacer la adicción)
  • Pérdida del control (incapacidad de frenar en el consumo).

La compra compulsiva reúne todas estas características: la voluntad del afectado es casi nula, la satisfacción por la compra realizada deviene efímera y se entra en una espiral de la que difícilmente se puede salir sin la ayuda de un especialista.

 

¿Cuando podemos pensar que existe una adicción a las compras?

  • Cuando nos sentimos tristes, deprimidos o enojados, lo único que nos calma es ir de compras.
  • Compramos con frecuencia cosas poco útiles, que después nos arrepentimos de haber adquirido.
  • Tenemos la casa llena de artículos que no hemos usado y que nos resultan inservibles.
  • Nos precipitamos a la hora de comprar, porque no podemos controlar nuestros impulsos.
  • Del entorno familiar y de amigos nos llegan mensajes críticos con nuestra desmedida afición a comprar.
  • Aun a pesar de haber comprado muchas cosas o haber realizado un gran gasto, nos sentimos insatisfechos cuando reflexionamos en casa sobre los objetos adquiridos.
  • Vemos que se nos va el dinero sin darnos cuenta, y a menudo estamos irritados por haber gastado el dinero tontamente.
  • Cuando vemos algo que nos gusta, no paramos hasta comprarlo.
  • Adquirimos productos “milagro” que intuimos o sabemos inútiles.
  • Cuando recibimos el extracto de la tarjeta de crédito, nos sorprende sobremanera la cantidad e importe de las compras que hemos hecho.
  • Nuestro tiempo libre lo dedicamos preferentemente a visitar los centros comerciales o ir de escaparate en escaparate.

Cuando el comprar se convierte en necesidad irreprimible surge el problema.               

 

Fdo.:Judith Sarrió Esquembre,

Psicología Adicciones

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